domingo, 31 de mayo de 2020

Delirios sofocados



Cachorro:

Lamento interrumpir el ritmo de tu vida con esta carta, mi intención no es abrir viejas heridas, causarte dolor o pedir que vuelvas conmigo. Hoy te escribo desde el cariño que compartíamos, en la tristeza que me causa ésta indiferencia y desapego que crece entre los dos. En son de paz te regalo estos versos, libero todos los que alguna vez inspiraste al vuelo, palabras que murieron antes de llegar a mis labios, tengo la esperanza de que si alguno de ellos llega a tu puerta, vuelva con la llave que arranque éste dolor  que me carcome día a día desde adentro.

 

Quiero confesar que mi alma rugió herida aquel día, en el que la frivolidad desgarró lo sagrado y  sin nombre que había entre los dos, más allá del pasado mereces saber la verdad detrás de mi ultimátum. Aquél día  reconocí lo que este crédulo corazón se negaba a aceptar, pero ya sabía desde hace tiempo, tú y yo no nos complementábamos al nivel para amarnos. 


Estaba cansado de tratar de alcanzarte, creo que nunca llegué a comprenderte, sin embargo  mi cariño por ti me llevó a luchar contra nuestras diferencias, cometer el error de querer imponer mi naturaleza a la tuya, "hacer que funcionara”, gracias a dios te negaste rotundamente, te pido una vez más una disculpa por ello.


 De verdad no sabes cuánto te la pasas por mi cabeza , día y noche me pregunto por ti, parece patético que siga obsesionado con tu memoria cuando tú más que ignorarme pareces haberme olvidado, aun así es insólita la forma de mi corazón para desafiar los designios de mi cerebro. 


Precisamente hace unos días creí haberte superado, cambiar el filtro de nostalgia en mi mente por simple cariño, aceptar que ya no hay razón para más desfiles de pensamientos, los ¨hubiera¨, los ¨ojalᨠque roban mi tiempo y desgastan mi alma; pero es su esencia no entender la lógica, no ver aquello que es mejor para los dos, solo saben que te quise como a ninguno y se niegan a dejarte ir.


 Estos recuerdos forjados a tu lado son los que resguardo como un loco se aferra a sus convicciones, son mi tesoro de mil colores, joyas que destellan sosiego en mi interior cuando amenaza con rodearme la oscuridad: aquellos silencios incómodos, la seguridad tibia que solo se encontraba entre tus brazos, la sonrisa tímida cuando te atrevías a hacer algo descabellado solo para verme feliz; todos ellos siguen aquí, a salvo del tiempo y el espacio, seguros en mi interior. Para mí siempre serás como una capsula del tiempo, cada que te veo  vuelvo a ser un niño pequeño, jovial y perdido, fui libre a tu lado y aprendí a ser mejor hombre sosteniendo tu mano, gracias por tu paciencia conmigo.


 Para no aburrirte con cosas que ya sabes iré al motivo de esta carta. Quiero ser tu camarada, tú amigo, saber si estás bien, ayudarte si me necesitas; poder volver realidad nuestro sueño de despedida, cuando entre audios y lágrimas continuamos por nuestros propios caminos, pues en las tardes solitarias que remueven mis memorias, lo que más me duele es sentirme un extraño para ti.

 

Comprendo si ya no quieres saber de mí, entiendo que te hice mucho daño. Solo te extiendo la mano, deseándote con todo mi ser, te encuentres en paz.

 

Con cariño: [_______].




-Chipawa.

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