Una tarde de neblina aullaba un búho
desconsolado,
sin plumas ni canto, sin cielo ni
voz solo llanto.
-¡Oh pobre búho!, dime, ¿Qué es lo que te ha pasado?-
El sabio nocturno levantó sus ojos
de rayo.
Profundamente triste saltó a mi
hombro y me contó este relato:
-Hubo una vez en el jardín de Venus
una mariposa sin alegría que perdió el color de sus alas,
aquella que en cuanto vio venir el
invierno cruzó el cerro y se refugió a las orillas del rio Leteo.
El agua la protegía, el frio resbalaba,
se dispersaba al tocar la primera gota y jamás la alcanzaba,
entonces el rio habló:
-Dulce mariposa de bellas y
graciosas alas,
no tiembles ni acongojes tu revolotear,
que del frio yo te puedo cuidar,
los vientos son crueles allá por tu
hogar,
doloroso ahora es por los campos volar,
un día tus plumas doradas te han de
traicionar,
su brillo en ese clima no puede
habitar,
si la luz abandonas de aquel peso tú
te liberarás-
La mariposa sobrevoló al espejo que
la quiso aconsejar,
su reflejo observó, mas el cause
cambió lo que se disponía a contemplar.
El sol de sus hombros, el oro que
portaba al despegar,
no se veía por ninguna parte de
aquella profundidad.
Se vio a si misma como la nieve, una
polilla regresando a sus campos,
se confundía con la atmosfera del
lugar, fuerte y sin titiritear,
una mancha blanca en un cuadro sin
pintar,
en ese momento supo que su destino tenía
que cambiar.
Cerró sus alas y cayó al rio, este
la cargó a la orilla y se la entregó al frio.
Sin embargo, otra mariposa era ya, pálida
tan pálida como se puede estar,
bailando la polilla revoloteó hacia
su hogar.
Pero el invierno pasó y primavera volvió
al campo,
los animales celebraban ya un nuevo
año.
-¿Quién es esa que veo pasar?
en mi vida había visto un ser sin
color en este lugar-
no la reconocían, no se reconocía.
Temía a la tempestad, sin sus luces
a ningún árbol podría haberse aferrado,
tenía pavor a la lluvia, a deslavar
lo poco que le había quedado.
Y así, resignada, decidió jamás
volver a volar sobre aquellos prados-
El búho soltó un largo respiro...
-Hoy encontré a la mariposa que hace
tanto tiempo habíamos perdido,
al echar su cuerpecito al rio
recuperó su color, volvieron los recuerdos a nuestro corazón.
Por eso te aconsejo, no sacrifiques
los recuerdos que hoy dan dolor,
incluso cuando los campos en que
surgieron perdieron su vigor
pues una vez que se los lleva el
olvido, una parte de ti se lleva consigo.
-Chipawa
No hay comentarios.:
Publicar un comentario