domingo, 20 de marzo de 2022

La mariposa que perdió su color.

 


 

Una tarde de neblina aullaba un búho desconsolado,

sin plumas ni canto, sin cielo ni voz solo llanto.

-¡Oh pobre búho!, dime, ¿Qué es lo que te ha pasado?-

El sabio nocturno levantó sus ojos de rayo.

Profundamente triste saltó a mi hombro y me contó este relato:

 

-Hubo una vez en el jardín de Venus una mariposa sin alegría que perdió el color de sus alas,

aquella que en cuanto vio venir el invierno cruzó el cerro y se refugió a las orillas del rio Leteo.

El agua la protegía, el frio resbalaba, se dispersaba al tocar la primera gota y jamás la alcanzaba,

entonces el rio habló:

-Dulce mariposa de bellas y graciosas alas,

no tiembles ni acongojes tu revolotear,

que del frio yo te puedo cuidar,

los vientos son crueles allá por tu hogar,

doloroso ahora es por los campos volar,

un día tus plumas doradas te han de traicionar,

su brillo en ese clima no puede habitar,

si la luz abandonas de aquel peso tú te liberarás-

 

La mariposa sobrevoló al espejo que la quiso aconsejar,

su reflejo observó, mas el cause cambió lo que se disponía a contemplar.

El sol de sus hombros, el oro que portaba al despegar,

no se veía por ninguna parte de aquella profundidad.

 

Se vio a si misma como la nieve, una polilla regresando a sus campos,

se confundía con la atmosfera del lugar, fuerte y sin titiritear,

una mancha blanca en un cuadro sin pintar,

en ese momento supo que su destino tenía que cambiar.

Cerró sus alas y cayó al rio, este la cargó a la orilla y se la entregó al frio.

Sin embargo, otra mariposa era ya, pálida tan pálida como se puede estar,

bailando la polilla revoloteó hacia su hogar.

 

Pero el invierno pasó y primavera volvió al campo,

los animales celebraban ya un nuevo año.

-¿Quién es esa que veo pasar?

en mi vida había visto un ser sin color en este lugar-

no la reconocían, no se reconocía.

Temía a la tempestad, sin sus luces a ningún árbol podría haberse aferrado,

tenía pavor a la lluvia, a deslavar lo poco que le había quedado.

Y así, resignada, decidió jamás volver a volar sobre aquellos prados-

 

El búho soltó un largo respiro...

-Hoy encontré a la mariposa que hace tanto tiempo habíamos perdido,

al echar su cuerpecito al rio recuperó su color, volvieron los recuerdos a nuestro corazón.

Por eso te aconsejo, no sacrifiques los recuerdos que hoy dan dolor,

incluso cuando los campos en que surgieron perdieron su vigor

pues una vez que se los lleva el olvido, una parte de ti se lleva consigo.



-Chipawa

 

 



 

  

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